domingo, 18 de enero de 2015

Serendipia

Leyendo este artículo en SCIENTIA (blog muy recomendable) lo he tenido muy fácil para titular esta entrada, dado que se trata del mismo concepto, aplicado en esta ocasión a una toma fotográfica. El resultado de la misma incluye lo buscado y lo inesperado. Pero vayamos al principio de la historia.

De vueltas de una noche genial, fotográficamente hablando, insistí a mi amigo Julio de parar en cierta área de descanso, para intentar alguna foto, que diciendo toda la verdad, no estaba ni medio clara y mucho menos planificada. Primero lo intenté con el arroyo que, desbordado, inundaba y dividía en dos dicha área de descanso. Llevando al extremo la fiabilidad de mi trípode, asentado en el centro de la corriente, conseguí esto (tras varios intentos mal resueltos):


No está mal, pero seamos exigentes, somos capaces de más. Bien, pues me puse a buscar otro encuadre, más amable y menos arriesgado que el anterior, nada de agua. Piedra, bancos, árboles, y cielo. Por ese orden apareció ante mí lo que parecía como mínimo una buena composición. En primer término, unas piedras a la izquierda, que dan el primer plano y ofrecen escala y vínculo con el segundo plano, unas rústicas mesas y bancos, también de piedra. Justo detrás, tres grandes árboles delimitan el volumen terrestre, dibujando a su vez con sus copas una estética forma circular para recoger el contenido del cielo crepuscular (qué bonito me ha quedado esto, ¿no?).

Por supuesto, la toma ha de ser vertical, o me quedo sin cielo. No es cuestión de desperdiciar lo que ya sabía que era una apuesta segura: cielo raso y limpio, con el que seguro que obtendré estelas. Aquí empezaron las dificultades. No quería desplazarme más atrás para no alejarme del primer plano, pero al mismo tiempo iba a resultar bastante complicado encajar los tres árboles, dado que los tenía en el límite del encuadre. Me ayudé de un foco de leds para asegurarme de que no cortaba los troncos. No obstante, ya sabía yo que contaba con un margen de maniobra, pero por si acaso, ajusté a la décima de milímetro. Tras muchas fotos de prueba, el encuadre definitivo estaba listo:


La mitad inferior de la foto estaba bien resuelta. Y pensé que el cielo también, que cualquier movimiento celeste sería bueno en una larga exposición. El sitio no era adecuado para saber la orientación, muy cerrado. Soy muy limitado en cuanto a conocimiento del firmamento, en cuanto no veo el carro (para mí que es más un cazo), estoy perdido. Y francamente, no me molesté en abrir la aplicación que me habría resuelto el dilema. Solo faltaba apretar el botón para hacer el disparo definitivo. Entonces apareció la benemérita.

Pongámonos en situación. Área de descanso al borde de la carretera. 3:30 de la madrugada de una noche a -6ºC. En medio de ninguna parte, carretera regional, bastante lejos del pueblo más cercano. Y una luz proyectada hacia unos árboles. Lo extraño habría sido que no pararan.

Salí a su encuentro (se detuvieron en mitad de la calzada), me identifiqué como fotógrafo nocturno, dedujeron que no hacía ningún mal, y se marcharon. Y a todo esto, Julio dormido en el coche, ni se enteró cuando le echaron un vistazo con la linterna al pasar a su lado. Me alegro de tener estos encuentros nocturnos con las fuerzas de seguridad, creo que es bueno para todos. A nosotros nos sirve de protección, si saben que andamos por las cercanías. Y ellos tienen conocimiento de que unos descerebrados salen de picnic por la noche, pero son inofensivos.

Pero volvamos a lo importante, ¡que no fastidiaron la foto con la linterna y los rotatorios! (Uhhmmm, ¿cómo habrían quedado en la foto?) Recapitulemos: encuadre con piedras, mesas, árboles, foco, y cielo, como caiga. El resultado: serendipia.


No me lo podía creer. Una circumpolar perfectamente centrada. No aproximadamente centrada, está exactamente en el centro, me he asegurado de ello. ¿Suerte? Sin duda. Aunque me gusta mucho el concepto de la serendipia, si le aplicamos la definición de "churro buscado".

Alguno, alguna, podrá pensar que no puede ser, que yo tenía que saber perfectamente lo que iba a ocurrir, al fin y al cabo soy fotógrafo nocturno, se supone que domino estas cosas. ¡Vamos, por favor, no te irás a creer que soy capaz de confabular toda una entrada en mi blog en base a ese argumento!... Sí, bueno, sí que soy capaz. Pero te prometo que en esta ocasión la realidad es tal cual se ha contado. Además, no me negarás que así la historia gana puntos para que la comentes por ahí con los amigos, justo antes de que añadas tu propia serendipia.



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