No deja de sorprenderme la capacidad de algunas personas para dar lo mejor de sí mismas cuando se colocan ante una cámara. Mis dos últimas modelos, Laura y Esti, son otro ejemplo más. Sin experiencia previa, han demostrado su buen hacer.
Lo primero, los preparativos. Quedamos a tomar un café. Rompemos el hielo, muestran su personalidad, hablamos de la ropa, el estilismo, el tipo de fotografía que les gusta y/o para qué las quieren... Al tiempo, de la forma menos perceptible posible, analizo sus rasgos, la mirada, el perfil. Los elementos que mejor van a definir su personalidad y que conviene destacar en la imagen.
Normalmente, en la primera sesión, buscamos fotos desenfadadas, sin complicaciones, para que se vayan acostumbrando. Aquí la actitud es fundamental. De nada servirán mis modestas sugerencias acerca de la dirección en la mirada, la posición de los brazos, los hombros ligeramente descentrados, el cuerpo girado levemente hacia la fuente de luz principal..., si no acompaña el gesto sosegado y cómplice. Y la magia aparece sin avisar:
Con modelos así, solo se puede disparar y disparar, aprovechar cada segundo.
En la siguiente entrada, comentaremos el tema de los ajustes en la cámara.
El estilismo ha sido cosa de Ruth, controló todos los detalles y algunos de los vestidos son suyos. Y Toñi nos echó una mano que su modestia le impide reconocer. Gracias a ambas.
En la siguiente entrada, comentaremos el tema de los ajustes en la cámara.
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