La técnica fotográfica está cada día más automatizada. Procesos que antes había que pensar y planificar, ahora son una prestación más en la cámara. De esta forma se nos permiten obtener archivos de imagen que hasta hace poco solo eran viables si pasaban por un procesado avanzado en el ordenador. Pero dejemos este debate a un lado, y volvamos a la técnica.
Hoy os hablaré de otro más de mis experimentos fotográficos nocturnos, que ha consistido en combinar cambios de foco con lentes a punto de congelación. Tranquilos, me explico.
Muchas cámaras permiten hacer cambios de enfoque durante la toma, usando el anillo de enfoque del objetivo. Usando esta prestación para mis nocturnas, comprobé hace tiempo que esto afecta a las estrellas de un modo que puede resultar visualmente eficaz: podemos generar estrellas fugaces.
Si iniciamos la toma con enfoque a infinito, las trazas de las estrellas son estrechas y definidas. A medida que vamos desenfocando durante la toma, el trazo comienza a engordar y perder definición. Si se hace controladamente, a intervalos regulares, moviendo apenas unas décimas de grado el anillo de enfoque, conseguimos una estela regular, desde un trazo definido hasta una "cola" más abierta y difuminada.
Para que la sensación de meteorito o estrella fugaz sea efectiva, la "punta" debe estar en dirección terrestre, y la cola detrás, en trayectoria de caída. Para eso, el movimiento de rotación celeste debe ser ascendente: así, primero definimos la punta, y a medida que las estrellas se desplazan hacia arriba, ampliamos el desenfoque y la cola aumenta de tamaño. El resultado:
Este proceso tiene una consecuencia: desenfocas las estrellas.... y toda la foto. Con lo que resulta ese aspecto neblinoso que se puede observar. Lo cual puede tener su "gracia", ya que le añade esa estética etérea. Para gustos.
Me queda por probar el proceso inverso, iniciando desde falta de enfoque y terminando en infinito, a ver si así se minimiza el aura.
En segundo lugar, lente congelada. Un problema con el que tenemos que lidiar los fotógrafos nocturnos en cuanto aparecen las heladas. Dejando aparte la cuestión de cómo arreglar esto, una vez que tenemos el problema podemos optar por apagar la cámara y volver a casa, o probar cosas. Así que se me ocurrió usar la máxima focal del objetivo (que no era mucha, era un angular), y le hice una foto a la luna (luminosidad al 89%). Conseguí un flare tremendo y extraño. Diferente.
Entoces decidí probar una doble exposición, algo que muchas cámaras tienen y que casi nadie utiliza. Como primera foto elegí las estrellas fugaces. Como segunda, la que iba a hacer de nuevo, a la luna. De esta forma, a partir de una fotografía ya guardada en la cámara, no estropeo nada (el archivo original se respeta), y la cámara me ofrece un modo de superposición para no errar el encuadre. El resultado:
Podrá gustar más o menos. Es simple experimentación de una mente inquieta. Puedes dejar tu opinión en los comentarios.
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