domingo, 15 de septiembre de 2013

La mirada fotográfica

Este fin de semana me ha tocado hacer una sesión fotográfica en un centro comercial (gracias a Rubén). Por el escenario montado han pasado muchas personas, se han hecho muchas fotos. Después del atracón, vienen las reflexiones.

La primera, que estas jornadas tan intensas no son nada buenas para la salud. Acabas destrozado, física y mentalmente.
Segunda, la que aquí interesa, la fascinación que siento hacia las personas que fotografío. Y siempre lo acabo resumiendo en una cualidad: la actitud. Y lo debo separar de lo que podríamos denominar belleza, que a efectos fotográficos considero un elemento que hay que separar.

Podemos conjeturar acerca del arquetipo de belleza, que muchos acotan a ciertas dimensiones y proporciones en los rasgos. Aunque yo, personalmente, lo considero algo secundario si tratamos de reflejar esa buena imagen con una captura fotográfica.


Desde mi perspectiva y experiencia, ningún arquetipo de belleza quedará bien reflejado si no le acompaña una actitud adecuada. Esta característica no se puede improvisar. Mejor dicho, falla en cuanto se improvisa. Creo que tenemos una suerte de viajero interior, que se muestra en público cuando nos relacionamos. Ese viajero es el que trato de reflejar en mis retratos. Incluso en las circunstancias menos propicias, como lo puede ser un evento comercial.


No depende de si nos conocemos de antes o no; no depende de lo nerviosa que se pone una persona delante de una cámara. Ni siquiera depende si se trata de un retrato hecho en público, controlado o "secuestrado". La actitud es el peregrino en la mirada, la mirada fotográfica, que habla de nosotros cuando alguien ve nuestro retrato.


Por tanto, como fotógrafo, un consejo para tus retratos. No busques solo la belleza, busca la esencia y el reflejo de esa belleza en la actitud de quien se pone delante de tu cámara.




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